Volver a

12 de Junio
Entre la lista de cosas que todas deberíamos priorizar está nuestra autoestima. La autoestima es como ese espejo invisible que todas llevamos dentro y que a veces nos devuelve una imagen fuerte, segura y decidida, y otras... no tanto.
Recuerda que así mismo como cuidamos nuestra piel, nuestro cabello o nuestra Zona V, también debemos cuidar, trabajar y fortalecer nuestra autoestima… Pero antes, ¿conoces los tipos de autoestima? ¡Aprende con Nosotras®!
La autoestima es como ese quiz diario que nos hacemos sin darnos cuenta: ¿me gusto?, ¿me siento capaz?, ¿merezco esto? Y aunque parezca que lo importante son las preguntas, en realidad lo que más pesa son las respuestas que nos damos.
Es la forma en la que nos vemos, nos hablamos y nos sentimos, incluso en esos días de bajón en los que sentimos que no estamos dando nuestro 100.
La autoestima se construye y se transforma conforme pasa el tiempo, vivimos experiencias, escuchamos comentarios y nos relacionamos con otras personas. Y, aunque puede subir y bajar, ¡sí está en nuestro control si aprendemos a fortalecerla!
Pensaríamos que solo la podemos clasificar en alta o baja, pero en realidad hay muchos más tipos de autoestima, ¡te contamos qué características tiene cada uno y cómo podemos trabajar para mejorar en ellos!
No necesita halagos ni validación constante, porque se construye desde adentro. La autoestima alta y estable es esa que nos acompaña cuando nos sentimos seguras de quiénes somos, reconocemos nuestras virtudes con amor y nuestros defectos sin culpa, trabajando en ellos sin dejar que nos definan.
¿Has visto a una mujer que pone límites con tranquilidad, que no se deja derrumbar por las críticas y que confía en sus decisiones sin dudar de su valor? Esa mujer tiene una autoestima fuerte, firme y saludable. Es el tipo de autoestima que más bienestar nos da y que todas podemos fortalecer con el tiempo.
Aunque hay seguridad, puede romperse. Este tipo de autoestima parece fuerte, pero también depende mucho de la validación externa. Si recibe halagos o todo va bien, está en su punto más alto. Pero si recibe una crítica o algo sale mal, se desmorona fácilmente.
Muchas de nosotras nos hemos sentido así en algún momento de nuestras vidas y aunque busquemos la perfección, la competitividad o incluso ser las “mejores en todo”, lo cierto es que detrás de esa exigencia puede haber miedo a no ser suficientes. ¡Reconocerla e ir a terapia pueden hacer un gran trabajo!
Son personas que, sin importar cuántas veces les digan que lo están haciendo bien, ¡siempre creen que no son suficientes! Tienen una imagen muy dura de sí mismas, no se sienten orgullosas de lo que logran y, cuando algo bueno les pasa, piensan que fue pura suerte o que no lo merecen.
Les cuesta tomar decisiones, defender su opinión, expresar lo que sienten y enfrentarse al miedo a equivocarse. Además, suelen quedarse en esa zona de incomodidad sin buscar un cambio, porque sienten que no pueden, o que no vale la pena intentarlo.
¡Altibajos y más altibajos! Este tipo de autoestima fluctúa constantemente.
A veces te sientes bien, incluso confiada y con ganas de comerte el mundo, pero cualquier comentario, mirada o situación externa puede hacer que todo se venga abajo en segundos. Y ahí estás otra vez: dudando de ti, de lo que vales, de si hiciste bien o mal.
Muchas veces, quienes tienen este tipo de autoestima buscan constantemente agradar a los demás para sentirse validadas, aunque por dentro estén batallando con inseguridades y heridas que no se ven.
Debes saber que, entre todos los tipos de autoestima, ¡esta es la menos sana! No solo terminas haciéndote daño a ti, sino también a las personas que hay a tu alrededor.
Cuando hablamos de autoestima inflada, nos referimos a esas personas que llevan un ego tan elevado que terminan por creerse superiores a los demás, haciéndose de oídos sordos ante las críticas y comparándose en muchos casos.
Si escarbamos, podríamos darnos cuenta de que este tipo de autoestima esconde miedos, inseguridades y hasta heridas de infancia no sanadas.
¡Recuerda que la verdadera seguridad no compite ni apaga a otras, al contrario! Brilla con luz propia y deja espacio para que todas podamos brillar juntas.
La autoestima está completamente conectada con nuestro bienestar emocional. Cuando nos valoramos, también tomamos mejores decisiones, nos rodeamos de personas que nos hacen bien y aprendemos a poner límites sanos. Además, ¡todo esto se nota! Lo llevamos en nuestra forma de hablar, de vestir, de caminar, de mirar y, con el tiempo, es algo así como invertir en nuestra propia felicidad.
Nuestra autoestima no aparece de la nada. Está influida por muchos factores:
La familia y la infancia
Las amistades y las parejas
La escuela o el trabajo
La comparación con otras personas
Las redes sociales (sí, Instagram a veces puede dañarnos más de lo que creemos)
Pero también hay factores positivos que la fortalecen:
Rodearte de personas que te apoyan
Celebrar tus logros, por pequeños que sean
Aprender de tus errores sin juzgarte
Hablarte bonito y tratarte con la misma paciencia que le tendrías a una amiga
La buena noticia es que la autoestima se puede trabajar, mejorar y fortalecer. Aquí van algunos consejos para empezar hoy mismo:
Identifica qué tipo de autoestima tienes. Observarte con honestidad es el primer paso.
Rodéate de personas que te sumen. Si alguien te hace dudar de tu valor, no es tu lugar.
Habla contigo como lo harías con alguien que amas. Cámbiate el discurso interno.
Haz cosas que disfrutes y en las que te sientas capaz. El placer también construye confianza.
Celebra tus logros, incluso los más simples. Todo cuenta.
Busca apoyo si lo necesitas. La terapia es una herramienta maravillosa para construir una autoestima sana.
La autoestima no se trata de presumir la mejor versión de nosotras todos los días, porque ya sabemos que somos cíclicas y es imposible. Sin embargo, hay cosas que sí están en nuestras manos y una de ellas es empezar a hablarnos con más amor.
Si al leer esto sentiste que hablábamos un poquito de ti, ¡no estás sola! Da el primer paso: háblalo con una persona de confianza, ve a terapia y empezar a trabajar en ti. Lo mereces.
Déjanos tus comentarios